Son
la personificación de la venganza y del antiguo concepto del castigo. Su misión
era castigar los crímenes humanos.
Nacieron
del esperma y la sangre que cayeron sobre Gea cuando Crono castró a Urano.
Son
deidades primitivas que no reconocen, en analogía con las Moiras, la autoridad
de los dioses Olímpicos.
Eran
tres: Alecto, Tisífone y Megara. Moraban en el Érebo (las tinieblas infernales)
y se las representaba como demonios femeninos alados, el pelo lleno de
serpientes y con un puñal en una mano y una antorcha o un látigo en la otra.
Comparadas
a menudo con perras, perseguían sin descanso a sus víctimas hasta volverlas
locas. Cuidan de que se prolongue el orden religioso y cívico, castigando con
especial atención el asesinato y los crímenes contra la familia.
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