Fortuna estaba considerada entre los
romanos como la diosa que controlaba el destino de los hombres, y por tanto
también la buena suerte y el infortunio. A pesar de que su papel en la
mitología clásica no es de los más significativos, era muy honrada por las
clases menos acomodadas, ya que podía determinar el éxito de la gente en la
vida y el sufrimiento de alguna desgracia. Muchos templos romanos eran sagrados
para ella y allí se la invocaba. En Praeneste, lo que hoy día es Palestrina, a
unos 50 km al este de Roma, había un santuario dedicado a la diosa construido
en el siglo II a.C.
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